Monday 30 October 2017

La Música de Otoño


Tan imperativo como el sol no sé qué más es; excepto el calor humano.
O el mar.

Sin embargo en estas frías tierras europeas, el otoño - entre silencioso y romántico - impone su presencia, para explicar, al crujir de hojas secas, que los ciclos existen.. y está bien que así sea.

La música de otoño viene de una fuente primera, que canta todo el tiempo pero suele perderse en el ruido de los carros que nunca sabrán lo que es una placenta.
Y silenciosa-mente, abraza todo aquello que creamos.
Las canciones ya no son las mismas. Ni los poemas. Ni los colores.
Hay una nostalgia que contagia, de un no se qué que nunca llegó, o nunca se fue, o solo se está transformando y no nos acostumbramos.

Así, siento cómo el otoño me llama a abrir mi corazón para que una nueva etapa entre.
Pero instintivamente intento rechazar la melancolía y el cambio, y escarbo fervientemente por un sentimiento que no duela mucho; un sentimiento que me enseñe algo ...sin hacerme mierda!
No funciona.
Las hojas ya están cayendo; como cae el mundo en las noticias.
Armas nucleares pasean mis sueños como una pesadilla construída de la mentalidad chatarra que creímos superada; los cambios de una madre gigante que repite en cada huracán: “te lo dije”; y mis propios recuerdos de playas con sol que ahora estarán frías...

Y yo, hija y hermana de todo, termino rindiéndome a la melancolía; al suspiro envuelto en “ojalás”; a mi vulnerabilidad; y a esa desesperanza - a ratos cínica - que en el fondo es solo esperanza cansada.
"Oh, melancolía! Señora del tiempo!"

Acaricio mi guitarra y ella se queja; y en su lamento hay un tributo al mundo, pero tambien un reclamo a la intimidad; un “derriba tus muros y ven a fundirte real-mente con la vida”. Un “ven, es tiempo de ser hoja que cae”...

Estos últimos años mi guitarra y yo hemos desahogado juntas mi relación con el mundo. Pero hoy, el otoño pide más.
Ya sin resistencia, c
omo un arroyuelo tímido que no podrá evitar desembocar en aguas más grandes, me dejo llevar por nuevas notas y nuevos versos que me guían a confesarme en mi fragilidad; a vaciar todos los cajones del corazón para volver a ser hija y hermana de todo: vulnerable y fuerte; triste y llena de humor; aferrada y libre; individual y universal.


Allí me he re-abrazado con mi arte, que, cariñosamente, me va quitando la siguiente máscara que necesitaba caer..

Por que, claro, cómo podría un artista darse el lujo de ignorar todos los matices de lo que siente? Si ese es el hilo mismo con el que tejemos nuestro trabajo.

Entonces.. Larga vida a la música de otoño!
Ese himno a ser, una vez más, hoja humana que cae para reunirse con la vida.

A.