Friday 20 November 2015

LA MEDICINA del ARTE

Páginas enteras han sido dedicadas a las victorias de terapias basadas en la pintura i en la música.
Para muchos de nosotros la medicina es más cotidiana: canciones que lentamente van lamiendo nuestras heridas; entendimientos hondos explotando en un párrafo; o esos espejos que habíamos escondido, revelados sin aviso en una escena teatral.

Con el universo que cada uno es, el arte parece tener farmacia para todxs.

El verano del año anterior fui invitada a dar talleres a un festival en Glastonbury. Como de costumbre, enlisté lo que tenía a mano, que son más que nada sesiones combinando creatividad i reflexión social; pero al sentarme a conversar con mi colega Richard - quien también había sido invitado - me dí cuenta que ninguna de esas cartas iba a servirme...

Richard, un inglés iniciado con un Taita peruano i que ahora trabaja en baños de sanación con cantos shamánicos, empezó a contarme su anécdota con los organizadores: “¡Son todos hippies!” me dijo. I me hizo reír porque el tipo trabaja cantándole a la gente i conduce, en plena ciudad, una camioneta que tiene pintada al frente la jungla amazónica, con animales i plantas del poder..!

Fuman chafos todo el tiempo.” Siguió. “Me mostraron el terreno para las carpas, el ‘dancing’ i todo lo demás. I siguieron encendiendo más chafos mientras me hablaban de sus planes. A todo esto yo me preguntaba: ¿qué diablos voi a hacer aquí? Yo hago cantos de curación. Ni tomo ni fumo. Entonces les pregunté 'I.. ¿qué quieren de mi?' Ahí, George, el mayor de todos, me miró firmemente a los ojos i me dijo “Tu eres curandero, no? ¡CÚRANOS!' ”

Se me estremeció el corazón.

El equipo del festival estaban preocupados porque muchos de sus seguidores - considerados “familia”- estaban unidos a través de experimentar con químicos psicotrópicos. La fraternidad era real, pero le habían abierto la puerta a un tipo de energía indeseable.

Le dije a Richard que el llamado era tan directo, que todo debería salir bien. Su trabajo ayudaría.

Pero al irse Richard, me volví a mi misma: “¿I YO? ¿Qué diablos voi a hacer YO en un evento así?!” Ya ni pensar en sesiones sobre “reflexión social”.
No quedo más que suspirar i crear un nuevo taller.
Las ideas, como siempre, rebotaban en las paredes de mi cabeza, cada una tratando de convencerme “qué buena idea es!”.
Proceso de selección. Dolor de cabeza. Resultado: “Empoderamiento Creativo” (el qué?)

Participantes del taller
I así, pues, sin pretensiones de terapeuta, tan sólo confiando que el arte es un poderoso aliado i que todxs - dadas las condiciones - tenemos acceso a nuestra propia sanación, me lancé a una sesión de 2 horas, con cinco interesantes seres humanos que se atrevieron a explorar sus temores.
Viajamos a través de creación colectiva i apoyo mutuo, hasta crear una imagen i un canto que definiera sus procesos individuales de sanación como uno solo. ¡Om Padme Mani Hum!

Mientras observaba al grupo pintar, sentí una energía intensa i ligera a la vez inundar el espacio.
Los rostros se llenaron de infancia. Literalmente. (Como decía Yeast: “pisa con cuidado, que estás pisando mis sueños”... )
Tan vulnerables somos. Pero qué pedazos de universo también!

Las penas de cada uno se desprendían transformándose en pintura, donde vivirían pacíficamente como una reminiscencia.

Proceso delicado, corto i profundo. Mi aliado había sido más íntimo que nunca.

Me conmoví.

I recordé que cuando entendemos que el arte es un agente para el cambio, quiere decir CUALQUIER clase de cambio. Su poder de verdad remueve rincones interiores que habíamos dejado cubrir con polvo. Los sacude, los muestra i los libera.
No hai escape. No hai excusas.
Pero tampoco se necesitan, porque nos lleva hasta nuestro rincones …de la mano.

I cuando llegamos, no hai juzgamiento, ni verdugos.
Ni inyecciones, ni sueros.

Su medicina son los colores o el sonido; la forma o el movimiento.
I nuestra voluntad sobre qué hacer con todo ello.

Casi como la vida debería ser. 

A.

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