Sunday 18 December 2016

                                        PORQUE TE LA DEBO
 

 A Silvio Rodriguez le pregutaron una vez: "Juzgarías al jove que fuiste?" Y el respondió "Si, pero no lo juzgaría socialmente (sino) quizás en su aprendizaje interior..
Porque conozco a ese joven perfectamente. No me he olvidado de él. Y no solo no me olvidado de él sino que trato de estar a su altura."



Esta mañana ha venido como de improviso. En medio de un insomnio maldito de 3 de la mañana .. la niña.
Tuve que abrir los ojos y mirar al cielo raso desde una cama que ya no quería sostenerme.
Me acordé de una conversación que tuve hace poco sobre las máscaras sociales y de cómo Gibran Khalil Gibran me sacudió con su libro “El Loco”, donde explora ese sentimiento con su típica poesía.. tremenda.
Y así nomas el recuerdo me insomnió; me agarró con fuerza desde el pecho y me llevó hasta la jovencita que fuí, que leyó a Gibran y que se embriagó de libros y canciones con promesas de un camino mesiánico, sin máscaras, hacia la luz y el arte.

Tanta inocencia.. me golpeó el corazón.. me sacó lágrimas..
Qué pureza! Miré atrás y la ví allí: medio encerrada en la ciudad, medio sola; única - como cada joven - sin saberlo y sin pretensiones. No había certeza de nada pero no importaba; esa chiquilla jamás paró de soñar, de escribir, de dibujar, de buscar su propósito; de tratar incansablemente de atraer su propio paraíso en la tierra.

Aquella chiquilla estaba embriagada, sin ninguna duda, con el calidoscopio de la literatura, la música, las imágenes.. Y con ese vino caminó su mente.. Y su realidad.

Y hoy, que pretendo estar sobria.. me pregunto si la salvé? Si le fallé? Si, como a la viajera en mi, la dejé esperando en la ruta?
Hoy, que lucho conmigo misma entre las responsabilidades que me colman la mente gracias a esta porquería de civilización.. me pongo a oír la música que rodeaba su mundo y me pregunto: “Será que estoy a tu altura?” “Será que logré acercarme a nuestro sueño?
O me perdí en el camino?”

Hoy me saco el sombrero ante aquella joven que con sabiduría se sembró en el arte y nunca se movió de ahí.

Y.. en la era de lo “conveniente”, voy a hacer una canción. Una que te rinda honor y que te agradezca.
Una sonata (y mil) que viaje como un río entre el pasado, el presente y todos los tiempos; que una a todas las niñas que fui y las que pude haber sido. Y que nos acompañe y proteja a todas con su corriente mientras seguimos rozando el agua con nuestros pies, creando imágenes nuevas, susurrando versos frescos de esperanza para un mundo que se nos cae en el desamor; siendo una con la Madre Verde y con todos sus árboles. 
(Y de alguna manera a todas aquellas que están solas y que no saben qué vendrá, pero que com tú, se siembran igual)

Tu honesto amor me vibra aquí. Aquí “en el esternón”, como solíamos decir.
Y en ese amor, te agradezco.
Mantén el corazón cerca del río, mi niña; mantenlo cerca del mío.
Así seguiré aprendiendo cómo estar a tu altura.

Porque te la debo.
A.